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Alor Island August 4, 2005 english

Posted by Belle in : Alor, Indonesia , trackback

La travesí­a hasta Alor fue de apenas poco más de 24 horas. Le dí­ a Dio un cuarto de dramamina antes de salir y parece que fue suficiente. Yo me puse una de las pulseras nuevas de Wences contra el mareo, que funcionan con descargas eléctricas. No, no me mareé y las primeras horas estuvo un poco agitado, pero todaví­a tengo las marcas de esa cosa. Supongo que me quemó la muñeca. Theo pasó bien el viaje en barco. Creo que es demasiado chiquito para enterarse de nada. Sólo nota si la gente a su alrededor no le presta atención, lo que no le gusta mucho.

A medida que nos acercábamos a Alor pasamos por un hermoso canal con islas a ambos lados. Las islas parecen las cimas de las montañas que uno verí­a en Colorado, verdes, pero un poco secas. Vimos unas cuantas aldeas desperdigadas, pero no está muy construí­do. Anclamos con el resto de los barcos del rally afuera de Kalabhi.

Los lugareños se mueven en unos barcos caseros de madera que suenan como si estuvieran usando el motor de una cortadora de césped. Son muy angostos y hacen mucho ruido. La mayorí­a de los lugareños son muy sociables. “¡Hello Missus, Hello Mister!” La primera noche me quedé abordo. Theo se va a dormir a eso de las 6, y yo no he tenido mucha leche, así­ que no me siento cómoda dejándolo, salvo que tenga un poco extra. Esa noche a las 4 de la mañana la mesquita cobró vida, transmitiendo el gimiente canto musulmán por parlantes al pueblo entero. GUAU. Fue tan extraño. Medio dormida, despertarme con eso, preguntándome dónde estaba y quién me estaba gimiendo y qué diablos decí­an. De alguna forma logramos volver a dormir hasta el nuevo horario de despertarse de Dio. Las 6 de la mañana. Para entonces ya ha salido el sol, así­ que no me importa. Lo que nunca debí­a haber dejado pasar son las despertadas a las 5 de la mañana, en la oscuridad total, en Auckland. Justo cuando pienso que Dio no podrí­a estar más feliz en el barco, parece explotar de entusiasmo. Tiene tanta vitalidad y adora tanto esta aventura. Todas las mañanas y todas las noches juega un rato en la piscina que Sofí­a le regaló para su cumpleaños. Nos ordena que nos metamos en el “nenni” (el dinghy, que es el bote) después del desayuno para asegurarse de ver algunos peces y hacer algo divertido. Tenemos que obligarlo a dormir la siesta porque simplemente no quiere parar. Cuando él y Wences se van a hacer algo mientras yo le doy de comer al bebe, vuelve y me cuenta, todo contento y entusiasmado. ¡Ser su mamá es tan divertido!

Hoy tuvieron una gran Expo cerca del muelle del bote. Me encontré con Wences para almorzar mientras aún estaban en preparaciones. Después estaba demasiado cansada para ir, así­ que el bebe y yo pasamos una agradable y tranquila tarde en el barco mientras los demás se fueron a tierra a ver el espectáculo. Tengo una infección en un ojo y no la he cuidado lo bien que deberí­a, así­ que no se ha mejorado. Decidí­ dedicarle un tiempo a ponerle compresas tibias, lo que hice toda la tarde, con la esperanza de que mañana empiece a mejorarse. Es bárbaro poder llamar a los médicos de medlink, incluso mandarles fotos de mi ojo y recibir consejos de qué hacer al respecto. Me mandaron unas gotas con antibiótico que parecen funcionar muy lentamente.

Cuando, Dio, Wences, Liz, David, y Ricardo volvieron pude escuchar de la voz de Dio que lo habí­a pasado bárbaro. Aparentemente fue la estrella de la Expo. Lo persiguieron docenas de niños, todos lo querí­an pellizcar y llevar a cuestas. En general no le molesta, pero si son demasiado agresivos los empuja y hace su mueca más seria. Es bárbaro cómo Wences lo deja que lo tiren de una persona a otra. Yo a veces me pongo un poco nerviosa, y en general lo voy a buscar a la primera oportunidad que se presente. Pero ahora Dio se está acostumbrando y por supuesto que le encanta la atención. Es un gran éxito en Indonesia. No pueden creer que es un varón. Wences me contó que una viejita incluso hizo una inspección visual para asegurarse, ya que no le creí­a a Wences que realmente era un laki laki. Wences y yo volvimos al mismo restaurant a cenar. Resulta que no hay ningún otro restaurant salvo el del hotel donde se están quedando todos los marinos. A nosotros medio que nos gusta evitar estar con la manada todo el tiempo. Cuando estábamos en el restaurant los lugareños vení­an a sentarse a nuestra mesa a charlar con nosotros. Querí­an practicar su inglés y escuchar lo que pensábamos sobre su tierra. Los indonesios son muy directos en ciertas formas.

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